El Barcelona se proclamó campeón de la Copa del Rey al derrotar 3-2 al Real Madrid en una final vibrante y marcada por la polémica, celebrada en un ambiente eléctrico en La Cartuja de Sevilla. El gol decisivo de Jules Koundé en el tiempo extra selló una noche histórica para el conjunto culé.
Desde el inicio, la tensión fue protagonista. La sombra de las recientes protestas arbitrales pesaba sobre cada jugada dividida. Sin embargo, Ricardo de Burgos, árbitro central, mantuvo el control, aunque varias decisiones encendieron el debate. Una mano evidente de Valverde en el área no se sancionó al considerarse no intencional, mientras que un penalti sobre Vinícius Júnior fue anulado por fuera de lugar previo.
El Barcelona, más dinámico en el primer tiempo, tomó ventaja con una obra de arte futbolística. Lamine Yamal, con una pausa magistral, asistió a Pedri, quien de primera intención mandó el balón al ángulo izquierdo, imposible para Courtois. La ventaja blaugrana desató la locura en la grada y desató un partido aún más intenso.
En la segunda mitad, la entrada de Kylian Mbappé dio un nuevo aire al Real Madrid. El astro francés, que arrancó sorpresivamente en la banca, provocó una falta peligrosa cerca del área. Con un disparo certero al poste izquierdo, igualó el marcador, encendiendo aún más el Clásico.
El Real Madrid tomó control tras la igualdad, y Tchouaméni capitalizó un tiro de esquina con un potente cabezazo para darle la vuelta al marcador. La Cartuja explotó en júbilo blanco, pero el Barcelona no bajó los brazos. Lamine Yamal, nuevamente determinante, filtró un pase largo para Ferran Torres, quien, con sangre fría, superó a Rüdiger y Courtois para igualar nuevamente en un desenlace de película.
Cuando el árbitro decretó un penalti a favor del Barcelona en tiempo de compensación, la polémica alcanzó su punto máximo. El VAR revirtió la decisión al comprobarse la inexistencia de falta sobre Raphinha. La tensión se trasladó al tiempo extra, donde la batalla física era feroz y las oportunidades, escasas.
Finalmente, en un descuido defensivo, Koundé interceptó un balón fuera del área y, sin titubear, disparó cruzado para vencer a Courtois y desatar la locura blaugrana. Un gol que definió una final épica, coronando al Barcelona como el justo campeón de una Copa del Rey inolvidable. Entre dramatismo, errores y genialidades, el fútbol regaló una noche que quedará en la memoria. Barcelona levantó el trofeo y reafirmó su espíritu competitivo en el Clásico más intenso del año.