Una escena inusual paralizó brevemente el ambiente de competencia en la Universidad de Maryland, durante un torneo organizado por la Asociación de Esgrima de Estados Unidos (USA Fencing). Stephanie Turner, atleta de esgrima, se arrodilló en señal de protesta y se negó a enfrentar a Redmond Sullivan, mujer transgénero, enviando un mensaje que sacudió los límites del deporte, la inclusión y el reglamento.
La protesta no fue espontánea. Turner afirmó que tomó su decisión de forma premeditada, con la intención de expresar una postura contundente ante lo que considera un problema no atendido por los organismos deportivos. “Sabía que tenía que hacerlo porque USA Fencing no ha escuchado las objeciones de las mujeres”, declaró. Desde su perspectiva, se trata de una causa más allá del deporte. “Es un movimiento por los derechos civiles de las mujeres y las niñas”, agregó.
La atleta fue descalificada del torneo tras su negativa. Según sus declaraciones, le comunicó directamente al árbitro su posición: “Lo siento, no puedo hacer esto. Soy una mujer, esto es un hombre y este es un torneo femenino. No voy a competir contra este individuo”.
La reacción del organismo organizador fue inmediata y, en términos reglamentarios, firme. USA Fencing argumentó que la descalificación obedeció a la negativa de Turner a disputar el combate, sin vinculación alguna con la naturaleza de su protesta. “Tiene la obligación de seguir la letra de las normas y asegurar que los participantes respetan los estándares marcados a escala internacional”, comunicó la asociación.
La organización también defendió su política de inclusión, al permitir que atletas transgénero participen en competencias femeninas. Su postura se basa en el principio de que “cualquiera debe poder participar en el deporte”. De esta forma, el combate fue registrado oficialmente como “no terminado”, y se otorgó la victoria por incomparecencia a Sullivan.
Redmond Sullivan forma parte del equipo femenino de esgrima del Wagner College. Su historial deportivo incluye participación anterior con el equipo masculino de la misma institución, así como presencia en el atletismo femenil durante la preparatoria.
La escena protagonizada por Turner generó eco inmediato en medios y redes sociales, reactivando un debate que recorre múltiples disciplinas deportivas a escala global. Con una postura pública que despierta adhesiones y rechazos por igual, la atleta traza una línea clara: su prioridad es la protección de la integridad y derechos de las mujeres en el deporte.
La controversia no se detiene. Mientras las federaciones deportivas afirman su compromiso con la inclusión, surgen gestos que visibilizan el conflicto entre políticas de participación y posturas individuales. En este caso, la esgrima dejó de ser solo combate físico para convertirse en terreno simbólico de una discusión que aún no encuentra punto final.