En una jornada marcada por la controversia, la boxeadora taiwanesa Lin Yu-Ting emergió como campeona olímpica en la categoría de -57 kilogramos en París 2024, silenciando a sus detractores y consolidándose como una de las figuras más destacadas del boxeo femenino. El triunfo de Lin llega un día después de que la argelina Imane Khelif, también bajo escrutinio por su género, se coronara con el oro, en una semana que ha sacudido el panorama deportivo global.
Desde la víspera del evento, tanto Lin Yu-Ting como Imane Khelif estuvieron en el ojo del huracán. La Asociación Internacional de Boxeo (IBA) había generado una oleada de controversia al afirmar que ambas peleadoras presentaban «ventajas competitivas sobre otras competidoras femeninas», a raíz de un test de género realizado durante el Mundial de 2023. Sin embargo, el Comité Olímpico Internacional (COI), a través de su Boxing Task Force (BTF), no tardó en desmentir dichas acusaciones, defendiendo la legitimidad de las competidoras y su derecho a pelear por el oro olímpico.
«Son dos boxeadoras que nacieron mujeres, que crecieron como mujeres, que tienen pasaporte de mujeres y que han competido muchos años como mujeres», afirmó contundentemente Thomas Bach, presidente del COI. «Denunciamos lo que claramente es una guerra cultural de aquellos que intentan apropiarse de la definición de lo que es una mujer». Estas palabras resonaron con fuerza en los pasillos del deporte olímpico, en un claro respaldo a Lin Yu-Ting e Imane Khelif.
Alejada del ruido mediático, Lin Yu-Ting se mantuvo enfocada en su objetivo: demostrar su talento en el ring. El combate final la enfrentó a la polaca Julia Szeremeta, una rival que, consciente del reto que tenía delante, intentó desestabilizarla con una estrategia arriesgada. Szeremeta bajó las manos, buscó provocar a Lin y, en más de una ocasión, metió la cabeza para esquivar los golpes. Sin embargo, el plan no fue suficiente para neutralizar la contundencia de la taiwanesa.
Desde el primer asalto, Lin dejó claro por qué era la favorita. Sus golpes directos fueron precisos y poderosos, dominando cada ronda con una superioridad indiscutible. Szeremeta intentó ajustar su estrategia, pero no logró contrarrestar la envergadura y fuerza de su oponente. Con una puntuación de 5-0 en el primer asalto, un marcador que se repitió en los dos siguientes, Lin Yu-Ting demostró que estaba en un nivel muy superior al de su rival.
El segundo asalto fue particularmente intenso, con ambas boxeadoras intercambiando golpes en un combate que, aunque igualado en algunos momentos, siempre tuvo a Lin como la protagonista. La taiwanesa logró conectar los golpes más claros y potentes, llevando la delantera y ampliando su ventaja en la puntuación. Al llegar al tercer asalto, Szeremeta necesitaba una actuación histórica para cambiar el curso de la pelea, pero Lin no dejó espacio para la sorpresa. Con determinación y control absoluto, cerró la pelea asegurando su victoria por decisión unánime.
La ovación en el estadio de Roland Garros fue ensordecedora cuando se anunció el triunfo de Lin Yu-Ting. Ante una multitud de seguidores que ondeaban banderas taiwanesas, la boxeadora levantó los brazos en señal de triunfo, celebrando no solo una victoria deportiva, sino también un mensaje de resistencia y superación. París 2024 quedará marcado no solo por los logros de estas dos extraordinarias atletas, sino también por la batalla cultural que se libró fuera del ring, donde Lin Yu-Ting salió vencedora, tanto en el deporte como en la lucha por su identidad.
Este oro olímpico, más allá de ser un símbolo de excelencia deportiva, representa la fuerza de una mujer que, frente a la adversidad y las críticas, supo mantenerse firme en su camino y alcanzar la gloria. París 2024 será recordado como el escenario donde Lin Yu-Ting, con guantes en mano y coraje en el corazón, escribió su nombre en la historia del boxeo.