En un sorprendente giro de los acontecimientos, el presidente de la FIA, Mohammed Ben Sulayem, se encuentra bajo investigación por un presunto intento de interferir en el resultado del Gran Premio de Fórmula 1 en Jeddah 2023. La acusación principal se centra en su supuesta intervención para revocar una penalización impuesta al piloto de Aston Martin Racing, Fernando Alonso.
El informante, cuya identidad no ha sido revelada, proporcionó información crucial a la FIA, afirmando que Ben Sulayem se comunicó con el vicepresidente deportivo de la FIA para la región de Oriente Medio y Norte de África, el jeque Abdullah bin Hamás bis Isa Al Jalifa, durante el mencionado Gran Premio en Arabia Saudí. Según la denuncia, Ben Sulayem habría exigido la anulación de la sanción de 10 segundos impuesta a Alonso, quien había sido penalizado debido a que sus mecánicos tocaron el monoplaza mientras cumplía otra sanción de cinco segundos.
El impacto de esta presunta interferencia no solo se reflejó en la reputación del presidente de la FIA, sino también en el desempeño de Fernando Alonso en la carrera. La sanción inicial le costó al piloto ovetense su merecido podio, descendiendo de la tercera a la cuarta posición. Sin embargo, la polémica toma un nuevo rumbo al revelarse que la sanción fue retirada, devolviendo a Alonso su lugar en el podio, aunque ahora en la cuarta posición.
El informe presentado por Paolo Basarri, responsable de cumplimiento de la FIA, destaca la supuesta exigencia de Ben Sulayem a los comisarios para revertir la decisión de penalizar a Alonso. Este incidente ha generado un clima de incertidumbre en la comunidad de la Fórmula 1, ya que la integridad del deporte se ve cuestionada por la presunta intervención de una figura tan prominente como el presidente de la FIA.
La situación se vuelve aún más intrigante al considerar que esta acusación sigue a otro caso controversial en el que Christian Horner se vio involucrado, creando una temporada inicialmente tumultuosa para la F1 en 2024.
La repercusión de estas acusaciones es incalculable, ya que no solo afecta la credibilidad de la FIA, sino que también plantea interrogantes sobre la transparencia y equidad en el ámbito del automovilismo. La FIA se encuentra actualmente en la encrucijada de mantener la integridad del deporte y abordar estas acusaciones de manera justa y transparente.
Se espera que el comité de ética de la Federación emita su informe en un plazo de cuatro a seis semanas, lo que generará una anticipación adicional en la comunidad automovilística. Hasta entonces, el futuro de Mohammed Ben Sulayem como presidente de la FIA permanece en la cuerda floja, mientras la F1 busca restaurar la confianza de los aficionados.