El ambiente en Roland Garros ha tomado un giro inesperado y refrescante. Las raquetas han dado paso, por momentos, a los pasos de baile, y los nombres más destacados del tenis mundial no solo brillan por su rendimiento en la cancha. Aryna Sabalenka y Novak Djokovic han llevado la competencia más allá del deporte con un divertido intercambio de retos que ha encendido las redes y el ánimo en París.
Todo comenzó cuando la bielorrusa Sabalenka descendió las escaleras del Estadio Philippe Chatrier, tras asegurar su pase a los Octavos de Final, con movimientos sincronizados al ritmo de «Tiger», una coreografía breve pero con suficiente actitud para dejar huella. La cámara captó cada gesto, cada paso, y el video no tardó en recorrer plataformas digitales con entusiasmo global.
La respuesta no se hizo esperar. Novak Djokovic, fiel a su estilo ingenioso, apareció en los mismos escalones tras vencer a Cameron Norrie en Cuartos de Final. En tono juguetón, preguntó: “¿Cómo hace Aryna? ¿Así?”, mientras imitaba su coreografía con una mezcla de sarcasmo y buen humor. El mensaje fue claro, el reto estaba lanzado.
Sabalenka, lejos de dejar la conversación sin respuesta, volvió a escena con otra actuación cargada de carisma. “¿Qué te parece, Novak? ¿Tú no tienes una canción?”, soltó entre risas mientras renovaba su rutina frente a las cámaras. La guerra de bailes estaba declarada en Roland Garros.
Djokovic retomó la batuta y subió el nivel del reto. Luego de avanzar a Semifinales tras vencer a Alexander Zverev, bajó las escaleras emulando acordes de guitarra al ritmo de “Slam it like Djokovic”, tema del grupo Wodan Boys que ahora suena como banda sonora no oficial del serbio en el torneo. “¿Qué te parece esto, Sabalenka?”, dijo mientras mantenía la actitud festiva que lo caracteriza.
A la iniciativa se han sumado más figuras del torneo. Coco Gauff, con su estilo vibrante, se unió a los famosos “bailes de escalera”, y Jannik Sinner sorprendió a todos interpretando a Luigi con la música del videojuego Mario Bros como acompañamiento. El torneo ha encontrado así un espacio donde la competencia convive con la creatividad y el sentido del humor.
Mientras la lucha por el trofeo continúa, Roland Garros se convierte también en un escenario para el entretenimiento fuera del marcador. Las coreografías improvisadas aportan una dosis de ligereza y simpatía que conquista tanto a fanáticos del tenis como a quienes disfrutan del buen humor dentro del deporte de alto nivel.