El éxito en la Fórmula 1 tiene su precio, y este año Red Bull Racing (RBR) y su piloto mexicano, Sergio «Checo» Pérez, lo están experimentando en sus finanzas. Para renovar su superlicencia de F1 para 2024, Pérez se enfrenta a un desembolso millonario.
La superlicencia, con un costo base de 10,400 libras esterlinas, se vuelve una carga financiera significativa para pilotos exitosos.
El sistema penaliza el rendimiento, cobrando 2,100 libras por cada punto ganado en la temporada. Con sus 285 puntos del subcampeonato, Pérez deberá abonar 598,500 libras adicionales al costo base, sumando un total de 608,900 libras, equivalente a casi 15 millones de pesos mexicanos.
La situación es aún más desafiante para el tricampeón Max Verstappen, cuyas victorias y puntos duplican los de Checo, acumulando un costo adicional de 1,207,500 libras, cerca de 30 millones de pesos.
Aunque los pilotos estelares a menudo cuentan con el respaldo de sus equipos para cubrir estos costos, Verstappen ha expresado su descontento, uniéndose a la mayoría de los pilotos de F1 que critican este sistema de tarifas que penaliza el éxito.
A pesar de las quejas, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) ve en las superlicencias una fuente sustancial de ingresos.
En lugar de cobrar poco más de 200 mil libras a los pilotos, la FIA recauda más de 5 millones de libras en total.
Este considerable ingreso probablemente contribuye a aliviar el déficit financiero que se atribuye al organismo rector del deporte motor a nivel mundial.