En una noche épica de boxeo, el mundo fue testigo de la coronación de un nuevo campeón indiscutido en la categoría de los semipesados. Artur Beterbiev, el feroz pugilista ruso nacionalizado canadiense, se impuso sobre Dmitry Bivol en una batalla de titanes, llevándose una victoria por decisión mayoritaria en el Kingdom Arena de Riad, Arabia Saudita. Con este triunfo, Beterbiev no solo consolidó su dominio en la categoría, sino que también arrebató el invicto a Bivol, en lo que fue una contienda marcada por la intensidad y el poder de ambos peleadores.
El escenario no podía haber sido más imponente. Con más de 25,000 espectadores, el Kingdom Arena vibró con cada golpe de estos dos guerreros invictos que se jugaban el todo por el todo. Las tarjetas de los jueces reflejaron lo cerrado del combate: 115-113 y 116-112 a favor de Beterbiev, mientras que un tercer juez marcó un empate 114-114. Al final, fue la presión incesante de Beterbiev la que inclinó la balanza a su favor, dándole el título indiscutido de las 175 libras, en la que ya es considerada una de las peleas más memorables de los últimos años.
Desde el campanazo inicial, Dmitry Bivol (23-1, 12 KOs) demostró por qué había sido un campeón sólido. Sus primeros asaltos fueron un despliegue de técnica y táctica, dominando con una agilidad impresionante que mantenía a Beterbiev (21-0, 20 KOs) a la defensiva. Sin embargo, a medida que avanzaban los rounds, Beterbiev comenzó a imponer su estilo de combate: una mezcla letal de presión constante y golpes contundentes que, aunque no lograron el nocaut, fueron minando la resistencia de Bivol.
“Hoy no fue mi mejor día, pero trabajé para ganar y lo logré”, declaró Beterbiev tras la contienda. “Bivol es un campeón increíble, tiene grandes habilidades, tal vez mejores que las mías, pero hoy, Dios me eligió a mí”. Estas palabras reflejan la humildad de un guerrero que, a pesar de su victoria, reconoce la calidad de su oponente y la dificultad del desafío que enfrentó.
Por su parte, Bivol aceptó su derrota con dignidad: “Soy un guerrero y di todo lo que tenía. Hoy fue el día de Artur, pero no tengo excusas. Hizo lo necesario para ganar”. En un gesto de deportividad y grandeza, Bivol dejó en claro que su sueño de ser campeón indiscutido no ha terminado, y expresó su deseo de una revancha en el futuro.
La pelea no solo representó el final de una era de invictos, sino también un hito histórico, ya que Beterbiev se convirtió en el primer campeón indiscutido de los semipesados desde 2002. Además, es el único en la historia en conseguirlo en la era de los cuatro cinturones, algo que lo coloca en una posición privilegiada en los libros de boxeo.
Si bien la contienda no terminó con el nocaut que muchos esperaban, la calidad y entrega de ambos pugilistas hicieron de esta una guerra memorable en el ring. A lo largo de los 12 asaltos, el público fue testigo de una de las peleas más técnicas y físicas en los últimos años, con cada uno de los boxeadores dejando todo sobre la lona. Al final, la victoria de Beterbiev no solo lo consolida como el rey indiscutido de los semipesados, sino que abre la puerta a una posible revancha que promete ser aún más intensa.