El Giuseppe Meazza fue el escenario de una de esas noches que el fútbol nunca olvida. Inter de Milán protagonizó una hazaña épica, derrotando al Barcelona por 4-3 en un partido que tuvo de todo: drama, goles inolvidables, tensión máxima y emociones al límite. Con un global de 7-6 tras el 3-3 en la ida, el conjunto italiano selló su boleto a la gran final de la Champions League.
Desde el pitazo inicial, los de Simone Inzaghi salieron con el pie en el acelerador. La intensidad con la que se plantaron en el campo desdibujó por completo al Barcelona. A los 20 minutos, Lautaro Martínez rompió el cero tras una jugada colectiva impecable. Y justo antes del descanso, un penal sancionado por el VAR tras una infracción sobre el propio delantero fue convertido con clase por Hakan Calhanoglu. El 2-0 dejaba a los locales a un paso de la final.
Pero en el complemento, el guion cambió por completo. El Inter retrocedió y le cedió el protagonismo a un Barcelona que salió con el cuchillo entre los dientes. Eric García y Dani Olmo igualaron el marcador en apenas un cuarto de hora con dos golazos. El silencio en el estadio contrastaba con el empuje catalán. Cuando parecía que el tercero no llegaría, apareció Raphinha a los 87 minutos para concretar la remontada parcial. El banco culé lo celebró como si fuese el pase asegurado.
Sin embargo, la Champions League volvió a escribir uno de sus relatos más impredecibles. En tiempo de descuento, Francesco Acerbi apareció en el área como un delantero inesperado y empujó el balón a la red para empatar el partido y forzar el alargue. El Inter, revitalizado por ese golpe anímico, salió a buscar la gloria con más corazón que piernas. A los 8 minutos del tiempo extra, Davide Frattesi definió con categoría para poner el 4-3 definitivo. Su festejo, desbordado de emoción, lo dejó sin aliento.
El pitazo final a los 120 minutos encontró a los jugadores rendidos en el césped. Algunos, desconsolados por haber estado tan cerca. Otros, incrédulos ante una clasificación histórica. Inter jugará la final en el Allianz Arena de Múnich, donde lo espera Arsenal o Paris Saint-Germain. Tras 13 goles en dos partidos, queda una certeza: esta serie ya es parte de la leyenda.