El nombre de Gilberto Mora, con tan solo 16 años, tres meses y dos días, ya está grabado en la historia del fútbol nacional. Este jueves, el joven talento chiapaneco rompió un récord que permaneció intocable durante casi cuatro décadas, convirtiéndose en el jugador más joven en debutar con la Selección Mexicana.
Fue en el estadio Beira-Río de Brasil donde Mora tuvo su momento. Al minuto 86 del partido amistoso frente al Internacional de Porto Alegre, sustituyó a Guillermo Martínez. El marcador final—2-0 a favor de México—pasó a segundo plano. La verdadera noticia era el inicio de una carrera que promete ser legendaria.
El récord anterior, establecido por Armando Manzo en 1984, había resistido el paso del tiempo. Pero Mora no solo superó esa marca, también dejó atrás a nombres como Luis Pérez, Rafael Márquez, Carlos Vela y Giovani dos Santos, quienes también debutaron siendo jóvenes promesas.
Las palabras de Mora tras el partido reflejaron su humildad y gratitud. “Es un orgullo, la verdad, muy feliz por la oportunidad. Este debut es para mi familia y para Dios. Estaba calentando, tenía muchas ganas de entrar. Cuando el profe me preguntó si quería debutar, no dudé en responder que sí. Estoy muy emocionado”,declaró el jugador de los Xolos.
La expectativa que rodea a Mora no es casualidad. Su desempeño en las fuerzas básicas y su determinación han sido evidentes desde sus primeros pasos en el balón. Ahora, su nombre no solo representa juventud y talento, sino también la esperanza de una nueva era en el fútbol mexicano.
Este hito no es solo una victoria personal, sino un recordatorio de cómo la pasión y el esfuerzo pueden romper barreras. Gilberto Mora se alza como un símbolo para las nuevas generaciones, demostrando que los sueños pueden alcanzarse cuando se trabaja por ellos.
El futuro de Mora con la Selección Mexicana apenas comienza. Cada minuto en el campo, cada jugada, promete ser un paso más en una trayectoria que ya está marcando pautas. Para quienes lo observan desde las gradas o a través de las pantallas, su historia es un ejemplo de que el talento, combinado con disciplina, puede convertir los sueños en realidades memorables.