Sebastián Sosa, exportero de los Pumas y destacado guardameta uruguayo de 38 años, fue anunciado como nuevo jugador del club Juventud de Las Piedras, recientemente ascendido a la Primera División de Uruguay. Sin embargo, su fichaje no fue recibido con entusiasmo. En lugar de aplausos, la noticia desató una ola de críticas y rechazo en redes sociales debido a su implicación en una grave denuncia de abuso sexual ocurrida en Argentina el año pasado.
El club Juventud de Las Piedras publicó en su cuenta oficial de la plataforma ‘X’: “Experiencia en el fondo. Sebastián Sosa es nuevo jugador de nuestro club. ¡Bienvenido al club de la ciudad, Seba!”.
Pero lo que debió ser motivo de celebración se convirtió rápidamente en un foco de repudio. Aficionados del club y seguidores de otros equipos, como Vélez Sarsfield y Peñarol, manifestaron su descontento, recordando el caso que involucra al jugador.
Sosa, junto a tres excompañeros de Vélez Sarsfield —Braian Cufré, Abiel Osorio y José Florentín—, fue denunciado por el abuso sexual de una periodista argentina en 2024. Según el testimonio de la víctima, ella fue invitada por Sosa al hotel de concentración del equipo tras un partido. Allí, creyendo que sería un encuentro privado, se encontró con otros jugadores. La mujer relató que le ofrecieron una bebida que la dejó mareada y desorientada. Posteriormente, fue abusada sexualmente sin su consentimiento por los tres futbolistas, mientras que Sosa, aunque presente, fue señalado como partícipe secundario por no intervenir.
Tras la denuncia, Sosa fue liberado tras pagar una fianza de 50 millones de pesos argentinos, pero permanece bajo investigación y con restricciones legales para salir de Argentina. No obstante, recibió un permiso especial para viajar a Uruguay y firmar su contrato con Juventud de Las Piedras, lo que provocó indignación entre quienes consideran inapropiado que continúe con su carrera profesional mientras enfrenta cargos tan graves.
La llegada de Sosa ha planteado un debate sobre la ética en el deporte y la responsabilidad de los clubes en casos de jugadores involucrados en delitos graves. Mientras algunos argumentan que debe prevalecer la presunción de inocencia hasta que se dicte una sentencia, otros creen que su contratación envía un mensaje equivocado, especialmente en un momento donde la lucha contra la violencia de género está en el centro de la discusión social.
La historia de Sebastián Sosa, más allá de los terrenos de juego, sigue siendo un ejemplo de cómo las decisiones deportivas pueden tener consecuencias que trascienden lo meramente futbolístico.