Esta semana, el fútbol mexicano despide a una de sus figuras más recordadas, Alberto Onofre, exjugador de las Chivas Rayadas del Guadalajara. A los 77 años, su partida deja un eco de nostalgia y reconocimiento entre quienes lo vieron brillar en las canchas y quienes conocen su historia de lucha y gloria.
Originario de Guadalajara, Jalisco, Onofre fue descubierto a los 19 años por Javier de la Torre, estratega del legendario Campeonísimo. Desde su debut en 1966 ante Tampico, el joven mediocampista demostró una calidad extraordinaria en el terreno de juego. Su velocidad, visión y precisión al golpear el balón lo convirtieron en una pieza clave para el título de Liga, Copa y el Campeón de Campeones que el Guadalajara conquistó en la temporada 1969-1970.
El destino, sin embargo, tenía otros planes. En 1970, con solo 23 años, Onofre fue convocado para representar a México en el Mundial que el país organizaba. Su talento prometía mucho, pero una lesión lo dejó fuera del torneo y marcó un antes y un después en su carrera. Durante un entrenamiento, una desafortunada jugada con su compañero Juan Manuel Alejándrez derivó en una fractura de tibia y peroné, a tan solo minutos de finalizar la práctica.
Aunque Onofre volvió a las canchas tras su recuperación, nunca recuperó completamente la forma que lo había llevado a ser una estrella. En 1978, decidió colgar los botines y dedicarse a un negocio familiar, lejos del bullicio de los estadios, pero siempre con el respeto y el cariño de la afición rojiblanca.
La Federación Mexicana de Futbol y el Club Deportivo Guadalajara expresaron su pesar por el fallecimiento del exjugador. «El Club Deportivo Guadalajara lamenta el sensible fallecimiento de Alberto Onofre, Campeón de Liga, Copa y Campeón de Campeones con el Rebaño en la temporada 1969-1970. Acompañamos a todos sus familiares y amigos en estos difíciles momentos», señaló el equipo en un comunicado.
Alberto Onofre no solo será recordado como un símbolo de las Chivas, sino como una figura que enfrentó las adversidades con dignidad. Su legado perdura, no por la tragedia de una lesión, sino por las páginas de historia que escribió con cada jugada, cada pase, cada gol. Un adiós sentido para quien soñó en grande y cuya memoria seguirá viva en el corazón del fútbol mexicano.