En una noche cargada de emociones y tensión, Simone Biles se coronó campeona olímpica por sexta vez en su carrera, tras una intensa batalla en la final del all-around individual en los Juegos Olímpicos de París 2024. La competidora brasileña, Rebeca Andrade, estuvo a solo milímetros de arrebatarle el oro, llevando a Biles a su límite y sacando lo mejor de ella.
«Para mí, personalmente, esta noche significa el mundo y es una locura. No quiero competir más con Rebeca. Estoy cansada, ella está demasiado cerca. Nunca había tenido una atleta tan cerca, así que definitivamente me puso en alerta y sacó la mejor atleta que hay en mí. Estoy emocionada y orgullosa de competir con ella, pero ya no me gusta, me estoy poniendo incómoda», bromeó Biles con una sonrisa que reflejaba tanto alivio como admiración por su rival.
La jornada fue una verdadera montaña rusa para la gimnasta estadounidense. Cada rotación mostraba cómo la diferencia entre ella y Andrade se iba reduciendo, incrementando la presión sobre Biles para ejecutar sus rutinas con precisión milimétrica. Finalmente, fue su experiencia y resiliencia las que le permitieron asegurar el oro, una medalla que no pudo defender en Tokio 2020 debido a problemas de salud mental que la obligaron a retirarse de varias finales.
«En general, estoy muy orgullosa de mi actuación de esta noche y de la lucha que he mantenido durante los últimos tres años, mental y físicamente. Volver a competir en unos Juegos Olímpicos es una experiencia increíble. Así que me siento más orgullosa», afirmó Biles, reflejando el arduo camino recorrido desde su retiro en Tokio hasta su triunfal regreso en París.
Simone Biles, en sus terceros Juegos Olímpicos, ofreció una visión íntima de su proceso de recuperación y preparación mental, destacando los desafíos que enfrentó después de Tokio. «Al llegar a Tokio estaba muy nerviosa por lesionarme físicamente. Puse mi salud mental en un segundo plano. Luego me lesioné, pero fue una lesión mental y eso fue más doloroso, porque cuando es una lesión física los médicos te dicen 3-6 semanas, 3-6 meses, y para esto no hay tiempo», explicó.
Para Biles, el apoyo psicológico ha sido clave en su retorno al más alto nivel competitivo. «He estado en terapia religiosamente todos los jueves y ahora cada que lo necesito, antes de competir para mantener eso y ver de dónde he crecido desde Tokio, desde que tenía 19 años en Río», subrayó, resaltando la importancia de la salud mental en el deporte de élite.
Con su sexto oro olímpico en mano, Biles aún tiene más oportunidades de ampliar su impresionante palmarés con las finales por aparatos que se avecinan. Su relación competitiva con Rebeca Andrade, aunque incómoda a veces, es un testimonio de cómo la rivalidad puede ser una fuente de inspiración y superación.
La propia Andrade, en declaraciones posteriores a la competencia, expresó su admiración por Biles y su gratitud por poder competir contra una de las mejores gimnastas de todos los tiempos. «Simone es una inspiración para todas nosotras. Compitiendo contra ella, siempre aprendo algo nuevo. Ella me impulsa a ser mejor cada día», comentó la gimnasta brasileña.
La rivalidad amistosa entre Biles y Andrade no solo ha elevado el nivel de la competencia, sino que también ha ofrecido a los aficionados del deporte un espectáculo inolvidable de destreza, fuerza y gracia. Esta historia de superación y reconocimiento mutuo es un recordatorio de que, en el deporte, las grandes rivales también pueden ser las mayores fuentes de inspiración.