En el marco de su regreso a la Casa Blanca, Donald Trump ha reafirmado su postura sobre uno de los temas más polémicos de su campaña: la participación de atletas transgénero en deportes femeninos. Durante un reciente mitin en Washington y ahora presidente 47 de los Estados Unidos, prometió que tomará medidas inmediatas para, “mantener a los hombres fuera de los deportes femeninos”. Este mensaje se alinea con su propuesta de política oficial que reconoce únicamente dos géneros: masculino y femenino.
La Cámara de Representantes, dominada por el Partido Republicano, ya dio un paso en esa dirección al aprobar una iniciativa que busca prohibir la participación de personas transgénero en competencias femeniles. Aunque el proyecto enfrentará obstáculos significativos en el Senado, la declaración de Trump deja claro que este tema será prioritario desde el primer día de su mandato.
La posición de Trump sobre los derechos de las personas transgénero no se limita al ámbito deportivo. Durante su campaña, prometió restringir la atención de afirmación de género, marcando un cambio significativo respecto a las políticas inclusivas promovidas por administraciones anteriores. Esta «lucha contra la locura transgénero», como él mismo la ha llamado, refleja un giro político que polariza a la sociedad estadounidense.
A pesar de que solo el 1% de la población estadounidense se identifica como transgénero, según cifras de Gallup, la participación de atletas trans en competencias femeninas ha generado debates intensos en diversos sectores. Trump ha enfatizado que su enfoque está orientado a “proteger la equidad en el deporte femenino”, argumentando que esta medida busca garantizar oportunidades justas para las mujeres cisgénero en disciplinas escolares y de élite.
La controversia sobre este tema no es nueva, pero ha cobrado fuerza en los últimos años. Para algunos, las decisiones como las de la Cámara de Representantes representan un paso necesario para preservar la integridad del deporte femenino. Para otros, simbolizan una política discriminatoria que ignora las realidades y desafíos de las personas transgénero.
Con una agenda clara y contundente, Trump no solo busca redefinir las políticas deportivas, sino también consolidar una narrativa que apela a sus bases conservadoras. La comunidad LGBTQ+, por su parte, enfrenta un escenario de incertidumbre y posibles retrocesos en derechos ganados.
El debate está lejos de terminar, y su desenlace dependerá tanto de la resistencia en el Senado como del impacto social de estas medidas. Mientras tanto, la promesa de Trump de priorizar esta cuestión marca el tono de una administración que no teme enfrentar polémicas en su búsqueda por implementar su visión de Estados Unidos.